Weah, el primer Balón de Oro africano

Juan Castelblanque

George Weah fue un auténtico fenómeno del fútbol en la década de los 90 del pasado siglo, llegando a ser el primer y único balón de oro africano. De explosión tardía, sus primeros pasos como futbolista los dio en su Liberia natal, Costa de Marfil y Camerún . Allí lo encontró en 1988 un joven Arsene Wegner, quien ya en aquellos años tenía un talento especial para descubrir a las jóvenes promesas. El técnico francés se lo llevó al AS Mónaco, donde Weah pasó cuatro temporadas antes de fichar por el Paris Saint Germain, donde la dupla que formó con David Ginola todavía la recuerdan los aficionados del Real Madrid y FC Barcelona, que la sufrieron en sendas eliminatorias de la Copa de Europa, pero sin duda su gol más recordado en esta época fue el que le marcó al Bayern Múnich.

Polivalente, técnico, rápido, fornido y con un potente disparo, se le puede considerar el primer delantero moderno. Unas cualidades que quiso el AC Milán, que en 1995. Los tifosi cayeron inmediatamente a sus pies y en su primera temporada con la escuadra transalpina ganó el Scudetto y conquistó el ya mencionado Balón de Oro. Con los rossoneri marcó 46 goles en 114 partidos, y entre todos ellos sobresale uno que anotó al Verona. En los últimos minutos del encuentro Weah recogió el balón en su propia área e inició una cabalgada sin retorno hasta alojar el esférico en la portería rival. Fue un tanto que traspasó fronteras y que resumió lo que era este jugador, un crack con un excepcional físico que le permitió tras 90 minutos de juego recorrer los 100 metros de largo que tiene un campo de fútbol y zafarse de hasta siete jugadores antes de engañar al portero.

Tras su pasó por el Milán, y ya superada la barrera de los 33 años, Weah siguió jugando unas cuantas temporadas más para el Chelsea, el Manchester City y el Olympique de Marsella y el Al-Jazira, aunque su estrella ya no brilló con el mismo fulgor que en Italia.

La debilidad de su selección le impidió aparecer en las citas mundialistas, pero a pesar de ello Weah es un verdadero ídolo en África y en Liberia. Tras colgar las botas saltó al ruedo político y buscó ser presidente de su país, muy castigado por la guerra civil. A pesar de su falta de experiencia, sus promesas de vivienda barata, agua corriente, educación y electricidad le llevaron a ganar la primera vuelta electoral, si bien perdió en la segunda contra Ellen Johnson-Sirleaf, la primera mujer en ser elegida presidenta en África.