Las máquinas siguen vendiendo

El tabaco ha pasado de ser un elemento de distinción y clase, e incluso recomendado por médicos, como se ve en esta imagen, a ser una excusa publicitaria para conseguir viajes y coches, o como ocurre en la actualidad, un 'as' electoral, con el que políticos y empresas apuestan para ver quien se lleva el mejor juego.

No hace tanto, las cajetillas de tabaco llevaban una protección de plástico con la que los fumadores podían conseguir grandes premios: viajes a París, Nueva York, coches, motos o incluso peluches y accesorios para guardar el producto y por tanto, seguir consumiendo.

De la publicidad llamativa y la permisividad sin límites- se podía fumar en cualquier lugar público e incluso en los hospitales- se ha pasado a una prohibición, que, sin embargo, empieza a tambalearse.

El fumador pasó de disfrutar de su libertad sin barreras, a ser perseguido, criticado y vigilado, por hacer lo que hasta hace poco tiempo era un gesto de ocio y sin importancia. Los bares y establecimientos tuvieron que eliminar cualquier símbolo que se relacionara con el tabaco. Todo menos las máquinas que lo venden.  

En la actualidad, la norma ha impuesto su poder y ha cerrado cualquier opción para el fumador. Ahora sí se promociona que el tabaco y el cáncer van unidos de la mano, no sólo en los tumores de pulmón sino también en 16 tipos de cáncer diferentes. Pero las máquinas que los venden siguen estando.

Después de que la norma se mostró dura y firme en su postura, ahora duda sobre ella misma y es posible que de lugar a la excepción, que confirma la regla.

Nos preguntamos, si esa duda, después de la concienciación durante todo este tiempo, es positiva, y sobre todo, por qué en la historia del tabaco, con la publicidad de su lado o al margen, los datos de salud callados o en contra, las máquinas siguen vendiendo. Eso sí, con el cartel de `Fumar Mata´, justo debajo de la lista de marcas.